“Hasta
entonces, como yo no había comprendido, no había visto"
M.
Proust
Todavía hoy seguimos cayendo en la tendencia a
interpretar las obras artísticas sólo como creaciones y fenómenos de la
expresión. De este modo se ponen en juego categorías que presuponen de modo no
explícito que el arte no puede ser entendido ya como conocimiento. En este
sentido, la obra de arte es considerada como la expresión de una vivencia y la
experiencia estética se agota en la reproducción posterior de la vivencia
creativa.
Esta actitud de contemplar de manera puramente
estética las obras de arte, prescindiendo de su dimensión moral o cognitiva, ha
llevado a que el arte adquiera en la modernidad un carácter autónomo. Sin duda
esta posición está plenamente legitimada, sin embargo, en concurrencia con la separación
de esferas de validez sobre la que se monta, el arte se ve obligado a renunciar
a la “pretensión de verdad” de la obra artística. Esto es, se priva de ser un
“enunciado” real, de decir algo sobre el mundo entorno y acepta para sí la mera
dimensión de la ficción y de la ilusión que le es señalada por la ciencia
moderna.
El trasfondo sobre el que opera, la escenografía
sobre la que está montada esta “conciencia estética” viene constituida por el
concepto de verdad de la ciencia moderna y por el tipo de experiencia requerido
por ella. Para esta ciencia el conocimiento fiable se logra únicamente a través
de la experimentación metódica; sólo por observaciones metodológicamente
controladas, las cuales tienen que ser repetibles a voluntad por sujetos
intercambiables, se obtienen enunciados válidos sobre la ‘realidad’. Con esta
articulación no se delimita ciertamente sólo el campo global del saber sino que
también se fija lo que en adelante ha de ser llamado real y el tipo de
experiencias que deben ser tenidas en cuenta: éstas sólo tienen valor por su
reproductibilidad y solamente se consideran válidas en cuanto son confirmadas.
Así, las ciencias humanas y el arte llegan a conformar o mejor, quedan
relegadas a un campo de ‘saber’ que no cumple con las normas metodológicas de
la ciencia estricta y por lo tanto no puede adjudicárseles un saber legítimo.